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Friday, January 22, 2021

La fuga de los nazis y la ruta de los monasterios


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 PRIMERA PARTE


Por: Ricardo Ayestarán


 

El viernes 6 de mayo de 1994 ante las cámaras de la televisión que reprodujeron su imagen y sus palabras por todo el mundo, el ex capitán de las Schutz-Staffel (SS) hitlerianas Erich Priebke -octogenario y lúcido- admitió su participación en asesinatos en masa, y su fuga de Europa en 1947 con la ayuda de la Iglesia Católica.- Al día siguiente ratificó lo dicho personalmente al periodista argentino Jorge Camarasa quién lo publicó en el libro "ODESSA al Sur, la Argentina como refugio de nazis y criminales de guerra", Editorial Planeta. Julio de 1995, y que sirve de base para la primera parte de este informe.


Erich Ernst Bruno Priebcke nació el 29 de julio de 1913 en Henningsdorf, cerca de Berlín. Estudió hotelería en Berlín y posteriormente en Italia. En 1933 volvió a Alemania e ingresó al Partido nazi; en 1937 se anotó en las SS con el número de registro 209.305. En 1943 fue enviado a Italia como adjunto del coronel Herbert Kappler, jefe de las fuerzas de ocupación en Roma. Participó en setiembre de 1943 en el rescate de Benito Mussolini, arrestado por decisión del Gran Consejo Fascista por su desastrosa conducción de las acciones de guerra. El 23 de marzo del 44 como resultado de un atentado de los partisanos, murieron 33 soldados alemanes en las calles de Roma. La represalia fue sangrienta. En la madrugada del 24 de marzo de 1944, diez italianos por cada alemán muerto fueron fusilados en una mina abandonada a un kilómetro de la antigua puerta de San Sebastián, un lugar conocido como las Fosas Ardeatinas. El capitán Erich Priebke y el Coronel Kappler supervisaron toda la operación y ejecutaron a los primeros prisioneros con un tiro en la cabeza para dar el ejemplo a la tropa. Poco antes del amanecer los trescientos treinta y cinco civiles -con las manos atadas en la espalda- habían sido fusilados. Al finalizar la guerra Priebke, fue tomado prisionero y estuvo internado durante un año y medio en el campo de Rímini hasta que finalmente logró escapar a fines de 1946.


El propio Priebke relató así su fuga a Camarasa: "..El 31 de diciembre de 1946 aprovechando los festejos de fin de año. Los ingleses bebían y hacían fiesta, y los polacos estaban borrachos. Conseguimos escapar cinco personas: tres suboficiales, otro oficial y yo. Fuimos al palacio del obispo y allí comenzó en verdad nuestra fuga." Invocando la relación que había cultivado en sus años en Roma como tercero de la jerarquía de las SS con miembros de la iglesia, y en especial con el cura Pancratius Pfeiffer, obtuvieron dinero y llegaron hasta Bolonia donde finalmente se separaron. En Vipiteno donde estaba su familia Priebke estuvo 20 meses protegido hasta que pudo huir a Buenos Aires. El precio fue renunciar a su fe protestante y convertirse al catolicismo, en ceremonia efectuada por el cura Johann Corradini en acta de bautismo que se conserva aún en la parroquia de Vipiteno, aunque con la fecha fraguada -dice 13 de setiembre de 1948- y con una anotación al margen que dice "Bautismo bajo condición"
 
Según contó Priebke a la periodista Emanuela Audisio del diario romano "La República", "...pensé en retornar a Alemania pero no tenía mas familia en Berlín. La ayuda vino de un cura franciscano que  no recuerdo su nombre. Me dijo que no podía enviarme a Alemania y me ofreció la Argentina. Dije que sí y partí para Génova (...) El problema era que no podía viajar con mi pasaporte, y para eso me ayudó en el Vaticano el obispo Alois Hudal, quién me entregó un pasaporte en blanco con la insignia de la Cruz Roja". Posteriormente, durante el juicio por sus crímenes de guerra, quedó demostrado que Priebke recaló en la Argentina ayudado, entre otros, por el austríaco Alois Hudal, obispo allegado y protegido por Papa Pío XII. Las características de su fuga como se verá en otros ejemplos, pueden considerarse como un caso típico. Su historia es apenas una más de las tantas sobre jerarcas nazis que llegaron a la Argentina a través de la que habría conocerse como la “ruta de los monasterios o “ruta de las ratas”

PLANIFICANDO LA FUGA




El 10 de agosto de 1944 en Estrasburgo, Francia ocupada, en un antiguo edificio frente a la Place Kleber llamado la Maison Rouge se reunieron los representantes de lo mas granado de la estructura de poder de la Alemania nazi. Los representantes del delfín Martin Bormann, del ministro de armamentos Albert Speer, del comandante militar Wilheim Canaris y los dueños de las fábricas más poderosas que habían sido el pulmón de la maquinaria bélica germana (1). Asimismo los grandes banqueros, los financistas, los empresarios de seguros y los industriales de la cuenca del Rhin y del Rhur. Allí se determinó como y de que manera huirían y se protegerían todos ellos junto a sus bienes y fortunas.


MONSEÑOR ALOIS HUDAL


La red de fuga en que intervino el Vaticano se llamó "la ruta de los monasterios" o "la ruta de las ratas" y fue la más eficaz de todas las vías de escape planificadas por los conjurados de la Maison Rouge de Estrasburgo. Estimaciones coincidentes indican que cinco mil jefes nazis alcanzaron a escapar gracias a esta organización. Su sede central estaba en la capital italiana, operaba desde oficinas propias bajo la cobertura de la Pontificia Comisión de Asistencia (PCA) (2) a la que Pio XII había conferido competencia exclusiva en el manejo de los temas vinculados a prisioneros y refugiados de guerra. El cerebro era el obispo austríaco Alois Hudal, jefe de la sección austríaca de la PCA y rector del colegio alemán Santa María dell' Anima, sito en Piazza Navona, en Roma. Este obispo fue autor de un libro llamado "Las Bases del Nacionalsocialismo" (Die Grundlagen des Nationalsozialismus), una verdadera apología del nazismo. Fue editado en Leipzig y en Viena en 1936, y un ejemplar del mismo fue enviado por Hudal a Hitler, con una dedicatoria manuscrita que decía: "Al artífice de la grandeza alemana". Asimismo Hudal se autoproclamaba "jefe espiritual de los católicos germanos residentes en Italia".

Para determinar el papel que Hudal jugó en la huida de los jerarcas nazis hay varias fuentes posibles:



1. Sus propias memorias ("Diarios Romanos")
2. La versión de los historiadores oficiales de la Iglesia
3. Un informe del agregado militar de los EUA en Roma en 1947
4. Los archivos del Vaticano y de Santa María dell’ Anima

Sus memorias y la versión oficial del Vaticano se complementan extrañamente.


1. En sus memorias, Hudal no duda en admitir la ayuda que prestó a los criminales prófugos. Mantuvo esta posición hasta su muerte ocurrida en 1962. Según el propio Hudal, esta tarea de ayuda corría por cuenta del Vaticano. Para Ignacio Klich, coordinador académico de la Comisión por el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina (CEANA), esto no ofrece duda alguna: "El rol de Hüdal durante la guerra no habría sido posible sin la luz verde de la Santa Sede".
 
2. La opinión contraria fue sostenida por Robert Graham, un sacerdote jesuita historiador oficial del trono papal. La tesis de Graham para desautorizar a Hudal es simple: estaba fuera del Vaticano. Dicho de otra forma: Hudal habría actuado solo y por su cuenta. Sin embargo como consigna Ignacio Klich en "Le Monde Diplomatique" (3):"..es quizás cómodo actualmente hacer del obispo Hudal el principal responsable de las evasiones, pero conviene subrayar que ni la ruta de los monasterios ni su propio papel durante la guerra, hubieran sido posibles sin la luz verde de la Santa Sede." Cabe agregar que esta tesis del Vaticano tampoco explica el hecho de que muchos otros religiosos, como ya veremos, también colaboraron, y mucho, con los fugitivos del III Reich.


3. Un elemento de juicio capital es un memorándum secreto dirigido en mayo de 1947 al Secretario de Estado norteamericano, George Marshall, por el agregado militar en Roma, Vincent La Vista. Este documento recién salió a la luz treinta y cinco años después de redactado. Fue obtenido por el historiador Charles Allen Jr. y fue publicado en la prensa de Paris y New York en febrero de 1983 (4). Sin ningún tipo de eufemismos en el informe se define al Vaticano como la "principal organización implicada en el movimiento ilegal" de personas, dando los detalles sobre el funcionamiento de una gigantesca red de evasión. Según el militar norteamericano desde 1947 existía una compleja organización dirigida por altos dignatarios vaticanos, encargada de poner a salvo a los nazis que vagaban sin rumbo por Europa. El funcionamiento de la red se basaba en una cadena de recomendaciones y conocimientos personales que permitía a los prófugos conseguir asilo, dinero y documentos antes de ser embarcados para puertos seguros. Este informe se ocupa naturalmente del obispo Alois Hudal, pero también agregó una lista de otros VEINTIUN dignatarios vaticanos implicados en la organización de fugas, citando entre ellos al cardenal italiano Humberto Siri, al arzobispo yugoslavo Kronislav Draganovic, el obispo Iván Bucko, así como una larga de serie de sacerdotes. (5) La veracidad de este informe, que no ha sido rebatido convincentemente por la Iglesia, iba a comprobarse con el correr del tiempo.
 4. Es muy significativo que aún hoy, en pleno siglo XXI, los archivos del Vaticano y de Santa María dell’Anima permanecen todavía cerrados a cal y canto por la jerarquía vaticana, que no permite que nadie investigue los documentos que allí se guardan vinculados a este tema.
MONSEÑOR KRUNOSLAV DRAGANOVIC


Además de los alemanes, también los criminales de guerra eslavos y bálticos fueron evacuados de la misma manera por la ruta de los monasterios. Esta ruta serpenteaba por un itinerario jalonado de abadías y conventos entre Zagreb, Lijubljana, Trieste, Venecia, Roma Nápoles, el norte de Italia y España. Los institutos religiosos servían de refugio a los fugitivos que estaban en tránsito, quienes eran cobijados allí por monjes de todas las órdenes -sobretodo por franciscanos y trapenses- hasta que se los proveía de documentación y podían ser embarcados en Génova, Cádiz o Vigo rumbo a destino seguro. La financiación del trabajo de Hudal tenía varias fuentes, pero una claramente identificada provenía de los Estados Unidos: la National Catholic Welfare Conference que apoyaba organizaciones católicas en la Europa de posguerra


 Otro organizador clave de la ruta de las ratas fue el arzobispo Krunoslav Stjepan Draganovic, teólogo y secretario del Instituto Católico Croata de San Girolano.

Hudal y Draganovic coordinaron su trabajo tanto con el equipo de colaboradores de la Cruz Roja que otorgaba los pasaportes, como también con la malla de funcionarios consulares portuarios y navieros. El contacto de Draganovic en la Argentina para este tipo de operaciones fue Branko Benzon, ex ministro del Estado Libre de Croacia y embajador de Croacia ante el Tercer Reich. Entre 1946 y 1949 Benzon fue "asesor para la inmigración yugoslava y croata" del gobierno argentino, formando parte del cuerpo de "asesores confidenciales" del director de la Dirección General de Migraciones, Pablo Dian Fue también el médico personal de Perón.

De esta forma llegaron a la Argentina criminales de guerra y ex colaboracionistas con los regímenes de las potencias del Eje. Adolf Eichmann, Ante Pavelic o Klaus Barbie, por citar solo algunos ejemplos, llegaron a América del Sur por esta ruta y además vistiendo hábitos religiosos. Pavelic, antiguo jefe del estado independiente de Croacia donde fueron exterminados en los campos de la muerte 800.000 personas, había sido contactado según un telegrama del Cuerpo Central de Inteligencia americano en 1947 con el subsecretario del Vaticano de la época, Giovanni Battista Montini, futuro Papa Pablo VI.

Ján Durkanski, ex ministro de Eslovaquia, fue otro de los criminales de guerra que ingresó a la Argentina a través de la vía dirigida por Draganovic y gracias a la intervención de Benzon. Los contactos entre Draganovic y el criminal de guerra Ante Pavelic permiten inferir que éste y sus ocho colaboradores llegados a la Argentina en 1947, siguieron el mismo camino.

La resolución administrativa del gobierno argentino (1949), por la que se autorizó a Erich Priebke a obtener nueva documentación con su nombre real, consigna los mecanismos que según el solicitante había empleado para entrar al país. Como muchos otros que llegaron a la Argentina a través de la ruta de las ratas, Priebke obtuvo apoyo de las asociaciones católicas de Roma, por cuyo intermedio consiguió que las autoridades argentinas visaran el pasaporte que le había otorgado la Cruz Roja Internacional.

Draganovic también puso su organización a disposición de los nazis que Estados Unidos deseaba enviar a Sudamérica. De esta manera, se hizo cargo del "carnicero de Lyon", el oficial SS Klaus Barbie, quien le fue entregado por oficiales de inteligencia norteamericanos en la estación de trenes de Génova. Draganovic acompañó a Barbie al consulado argentino, donde obtuvo una visa que le permitió obtener documentos de la Cruz Roja con apellido falso para él y su familia. Barbie y otros nazis se embarcaron en Génova, en marzo de 1951, con destino a Buenos Aires para luego trasladarse a Bolivia.

Draganovic también colaboró con el gobierno argentino para posibilitar la llegada a la Argentina de los técnicos que el diseñador alemán Kurt Tank necesitaba para la fábrica de aviones en Córdoba. Estos recibieron pasaportes de la Cruz Roja como croatas, y fueron recibidos en el convento de monjas Centocelle, hasta que tomaron un avión de la Flota Aeromercante Argentina con destino a Buenos Aires. En este grupo llegó escondido el criminal de guerra Gerhard Bohne, encargado del programa de eutanasia del Reich.


Por iniciativa de Draganovic, el padre franciscano croata Blaz Stefanic, superior de la basílica de Bari en Buenos Aires, logró que el 27 de noviembre de 1946 las autoridades migratorias argentinas aprobaran un cupo para doscientas cincuenta personas croatas, a quienes se les otorgó un permiso de entrada sin mención de nombres y sin revisión. Los documentos fueron enviados desde Caritas Croata, filial argentina, a Caritas Croata, filial de Roma. Los nombres de los refugiados fueron puestos por las organizaciones croatas en Salzburgo y Roma y fueron aprobadas en bloque por el consulado argentino en Roma. Teniendo en cuenta que muchos alemanes fueron incluidos en este paquete, hasta Hitler podría haber llegado a la Argentina de esta manera sin que nadie se enterase de ello.


Draganovic continuó cumpliendo funciones en el Colegio de San Girolamo hasta pocos días después de la muerte de Pio XII, en octubre de 1958, cuando fue expulsado por órdenes de la Secretaría de Estado vaticana, lo que sugiere que el austríaco contó con la protección del Papa hasta la muerte del pontífice..


En diciembre de 1946, Perón colocaba a un hombre de la Iglesia al frente de la flamante Delegación Argentina de Inmigración en Europa, cuya sede central se estableció en Roma. El presbítero José Clemente Silva, hermano de un amigo de Perón, partió para Italia con la misión de organizar el traslado a la Argentina de varios miles de europeos que fueran útiles para los planes de industrialización argentinos. El sacerdote debía encargarse también del traslado de personas destacadas que no tuvieran documentación. Las operaciones más importantes de la Delegación se llevaron a cabo en Italia, donde luego de arduas negociaciones se firmó un acuerdo para establecer las condiciones de reclutamiento el 21 de febrero de 1947. Como consecuencia de estos acuerdos, el ex espía del Abwehr (Servicio de espionaje militar del Reich) Reinhard Kopps -conocido luego en Bariloche como Juan Maler- inició su colaboración con el obispo austríaco Alois Hudal, a fin de enviar grupos de nazis hacia la Argentina. Kopps recibía las solicitudes y hacía los arreglos con el consulado argentino en Génova. Los permisos de ingreso eran otorgados por la Dirección de Migraciones en B.Aires, los pasaportes por la Cruz Roja y el transporte lo hacía la compañía de navegación argentina Dodero S.A., propiedad de Alberto Dodero, un íntimo amigo del Gral. Perón.


Como verán es muy difícil admitir racionalmente la tesis que la acción solitaria de un solo obispo haya podido hacer funcionar en forma eficaz y a la vez discreta, esta enorme y sofisticada red que involucraba a centenares de curas, frailes, monjas y laicos, así como decenas de instituciones privadas, públicas, religiosas, organismos internacionales y fundamentalmente contactos del más alto nivel gubernamental en países europeos, americanos, africanos y asiáticos. Todo ello sin entrar en el "detalle" del volumen de dinero que se necesita para que semejante organización funcione. Y funcionó bien. A tal punto que -según palabras del agregado militar de EUA en Roma- la ruta vaticana se transformó en "la principal organización implicada en el movimiento ilegal de personas".


LA MEMORIA DE LOS FUGITIVOS

Por otra parte -y para desgracia del Vaticano- muchos de los que huyeron por la "ruta de las ratas" les dio por escribir sus memorias y también allí la Iglesia Católica se vio involucrada directamente, esta vez por los propios fugitivos. Este fue el caso de un ex oficial de las SS, ayudante durante la guerra del ministro de Relaciones Exteriores nazi Joachim Von Ribbentrop, llamado Rainer Spitzi, quién vivió hasta 1992 en Salzburgo, Austria. Spitzi huyó de Europa por una ruta de conventos de monjes trapenses españoles, y ayudado por los frailes logró embarcar hacia Buenos Aires. En sus memorias, titulada "Como escapamos de los aliados", narra las peripecias de su huida a través de conventos españoles y su relación con los monjes a quienes según él":...los comunistas habían maltratado y por eso ayudaban a cualquier anticomunista."


También el coronel nazi Hans Ulrich Rudel, que también logró llegar a Buenos Aires a través de senderos eclesiásticos escribió en sus memorias que "..En otras cuestiones uno puede tener la opinión que quiera sobre el catolicismo. Pero lo que hizo la Iglesia en esos años para salvar valioso capital humano de nuestro pueblo, los que ha logrado salvar a menudo de una muerte segura, sobretodo a través de la intervención de personalidades de extraordinaria calidad humana dentro de la Iglesia, debe permanecer grabado siempre en nuestra memoria..."
 
Y refiriéndose luego al obispo Hudal decía: "A través de él, Roma se convirtió en refugio y en salvación de muchas víctimas de la persecución después de la "liberación". Y más de uno de nuestros propios camaradas encontró el camino de la libertad a través de Roma, porque Roma estaba llena de hombres de buena voluntad"

LA CEANA (Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina)


En el semanario Página 12 en Buenos Aires el 12 octubre 1997 titulado: "El papel de la Iglesia en nuestro país. Los que importaron nazis" se publicó lo siguiente: "Una de las tareas ineludibles de la Comisión de Esclarecimiento de las Actividades Nazis en la Argentina (CEANA), conformada en el marco de la Cancillería, es estudiar el papel que le cupo a la jerarquía eclesiástica vaticana en el traslado de criminales de guerra desde los restos del Tercer Reich hasta nuestro país, en la posguerra. Los datos son incriminantes: jerarcas prófugos de la Justicia, acusados de los más graves crímenes de lesa humanidad, entraron por el puerto de Buenos Aires con pasaportes emitidos a nombre falso por el Vaticano y con el paraguas de la Cruz Roja. Erich Priebke utilizó esta llamada Ruta de las Ratas y otros criminales como Adolf Eichmann, Klaus Barbie y Ante Pavelic hasta ingresaron a la Argentina como sacerdotes. La CEANA intentó recientemente acceder a los archivos del ya fallecido obispo Alois Hudal, el alma mater en el traslado de los criminales de guerra a la Argentina, pero hubo un rechazo categórico. También la Comisión quiere revisar los documentos aún secretos del Vaticano, ya que hasta el momento sólo se puede acceder a una especie de selección hecha por la misma Iglesia hace varios años y la veda subsiste para la gran mayoría de los documentos de la época. Hasta el momento, parece que el proceso autocrítico de la Santa Sede es más acelerado que el proceso de apertura de archivos

La CEANA es una comisión conformada para esclarecer la influencia nazi en la Argentina, tanto la llegada del llamado oro nazi como el arribo de submarinos, criminales de guerra o inversiones realizadas por jerarcas del Tercer Reich.

En el marco de la investigación, Matteo Sanfilippo, el hombre de la CEANA en Italia, pidió autorización al Colegio Santa María Dell Anima de Roma para estudiar la documentación referida a quien fuera rector de esa institución eclesiástica en la posguerra, el obispo Hudal. En sus memorias, este obispo se jactó de haber colaborado con jerarcas nazis para ayudarlos a huir hacia Sudamérica, pero la versión oficial de la Iglesia es que lo hacía sin la aprobación del Papa Pio XII, más bien exculpado por el documento vaticano de ayer.

La mayoría de los historiadores coinciden en que el trabajo de Hudal no pudo pasar inadvertido para el Vaticano ya que movía decenas de personas de un convento a otro e incluso hubo un informe norteamericano en el que se califica a la Santa Sede como "la principal organización implicada en el movimiento ilegal de personas". En ese informe se señala a 21 dignatarios vaticanos que participaban en la organización de la huida de nazis

"Esperamos que ahora, a la luz del proceso que viene impulsando el Papa, se pueda acceder a la documentación. La realidad es que han usado la prohibición en forma discrecional. Si uno quería investigar un tema irritativo, como la cuestión de los nazis, había una negativa categórica", dijo a Página/12 el coordinador académico de la CEANA, Ignacio Klich.


Es importante agregar a esto, que antes de que la CEANA comenzara su labor, se conocían algunos documentos argentinos que demostraban que en 1946 Mons. Giovanni Montini (quién luego sería Paulo VI), de la Secretaría de Estado vaticana de Pio XII, se contactó dos veces con el Embajador argentino ante la Santa Sede. En la segunda oportunidad transmitió la preocupación papal por todos los católicos impedidos de regresar a sus hogares por la probabilidad de ser objeto de persecuciones políticas, proponiendo la elaboración de un plan de acción conjunta entre expertos de la Argentina y de la Santa Sede. En ninguno de estos documentos hay referencias específicas sobre la exclusión de dicho plan de los responsables de crímenes de guerra, algo que genera interrogantes respecto de la responsabilidad de otros personajes de la Santa Sede visto el reconocido papel que el padre Draganovic, secretario de San Girolamo degli Illirici, desempeñó en la huida criminales nazis a la Argentina.

Asimismo, Matteo Sanfilippo encontró pruebas de la intercesión del Cardenal Eugene Tisserant, quien pidió visas argentinas para un puñado de refugiados del régimen de Vichy en Italia, temerosos de retornar a Francia por la posibilidad de quedar expuestos a severos castigos y/o venganzas personales. Los historiadores responsables del estudio de la conexión vaticana han descubierto en Italia un documento inédito que confirma el rol de la Iglesia en la investigación de una suerte de seguro para los soldados perdidos del Tercer Reich y sus colaboradores. Una carta del cardenal francés Eugène Tisserant, responsable de la Misión del Vaticano en Europa oriental dirigida en mayo de1946 a la embajada de la Argentina en Roma "cuando su eminencia el cardenal Caggiano (en la época, primado de la Argentina) y su excelencia monseñor Barrere (obispo de Tucumán en el norte de la Argentina) se encontraron en Roma, me han hecho entender que el gobierno de la República Argentina estaría dispuesto a recibir a franceses que por su actitud política durante la reciente guerra se expondrían si reingresan a Francia a medidas de rigor y venganzas privadas", escribe el prelado francés. Y reclama a los diplomáticos tener a bien conceder visas para las familias Plissard y Reuillard, así como también para Pierre Aubry.


Esta correspondencia confirma otros dos descubrimientos realizados por Ignacio Klich sobre el rol de la Santa Sede. Como vimos en junio de 1946, el cardenal Montini se aproximó al embajador argentino del Vaticano para proponerle que los expertos de los dos estados trabajen juntos a fin de responder a las inquietudes del Papa Pío XII, concernientes a los católicos que no podían volver a sus hogares. En 1949, por fin, Pío XII, en una entrevista con el "Washington Post" expone sus buena disposición "en materia de inmigración". Buena disposición que suponía incluso un peaje de entrada y que le habría reportado al régimen argentino, según los servicios secretos americanos, alrededor de 800 millones de dólares.


En febrero de 1997 el abogado Pedro Bianchi, antiguo diplomático argentino entre 1946 y 1948 y defensor del nazi Erich Priebke durante su proceso en Italia, declaró al semanario "Newsweek" que : "...Perón llegó a enviar a Viena por valija diplomática hasta 2.000 pasaportes argentinos y 8.000 cartas de identidad vírgenes a fin de facilitar la llegada de fugitivos a su país".

 Demasiadas coincidencias, demasiada gente, demasiado dinero, demasiados servicios secretos, demasiados diplomáticos y demasiados gobiernos involucrados como para creer que un solo obispo fuera responsable de semejante organización sin que nadie se hubiese enterado en Roma.


FIN DE LA PRIMERA PARTE


En la segunda parte veremos algunos criminales nazis famosos y otros no tanto, que transitaron por la Ruta de los Monasterios. Y en la tercera haremos y transcribiremos algunos comentarios respecto al papel jugado por la cabeza visible de la Iglesia Católica de entonces, el Papa Pío XII, en ese drama universal que fue la II Guerra Mundial y en el Holocausto del pueblo judío perpetrado por los nazis


NOTAS[1] Los Krupp, Messerchmidt, Thyssen, Bissing Reihmetal, VW Wercke, Rochling, I.G.Farben, AEG, Siemens y Kirdorf
[2] Pontificia Commissione de Asistenza
[3]Le Monde Diplomatique. México. Julio y Agosto de 1983; N°55 y N°56
[4] Agence Telegraphique Juive, París, 17 de febrero de 1983. The Jewish Press, Nueva York, 25 de febrero al 3 de marzo de 1983
[5] Camanis, De Courreges, Heinemann, Luttor, Juraj Magjerec, Pelópidas, Adam, Karl Bayer, Bejan, Jatulevicius y Zubert


Fuente:


uruguayinforme (punto) com/news/26112004/26112004ayestaran (punto) htm



 



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